Tras once horas de vuelo y más de cinco de autobús, la expedición formada por medio centenar de niños de Chernobil (Ucrania) y dos traductoras hizo su llegada a Maceda. Después de una breve charla con los niños y sus nuevos “padres” se inició para todos los participantes en la experiencia una jornada de descanso en la que únicamente se organizó una reunión en el interior de una iglesia parroquial.
Dos meses pasarán estos niños en Galicia. Cerca de cuarenta de ellos lo harán en la villa de Maceda y en la localidad de Tioira, en este mismo municipio. Una decena se aloja ya con familias de Baños de Molgas y otros, los menos, se encuentran alojados en Villar de Barrio.
Junto con el párroco de Maceda, los principales promotores de esta iniciativa son Eustaquio Ibáñez y María Fernández, un matrimonio de Baños de Molgas que ya el pasado año, en el mes de diciembre, decidió acoger dos niños procedentes de Ucrania.
Animados por el resultado de esta experiencia decidieron ampliarla este año. De hecho, uno de los pequeños que se alojaron con ellos el pasado año volverá a hacerlo viajando en una nueva expedición cuya llegada está prevista para el próximo día 12.
La dificultad es grande y se necesita una buena dosis de paciencia para convivir con estos pequeños, asegura Eustaquio: “Nos tenemos que adaptar más nosotros a ellos que ellos a nosotros. La persona que decide acoger no puede hacerlo por interés ni por la fantasía que puede representar tener un niño en casa, sino por cariño, con más cariño que si fuese tu propio hijo”, añade. Entre las muchas dificultades que pueden presentarse, este vecino de Baños de Molgas se refiere al que supone el distinto idioma: “Hay que tener muchs paciencia porque puede resultar difícil entenderles. Uno no sabe qué darles de comer, en que horario. Nosotros el año pasado tuvismos problemas con el niño que acogimos a la hora de darle el primer baño. Como no le comprendíamos se puso como loco. Pero la segunda vez ya fue diferente”. De hecho, este matrimonio pretende repetir la experiencia acogiendo al mismo pequeño que compartió con ellos las pasadas Navidades, aunque este año tengan que pagarle el viaje: “Repetimos porque este niño era un cielo. Llegó a llamarnos papi y mami”.
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